La nueva tienda en Valencia de la firma multimarca Chapeau es un
escaparate de moda pero también de diseño. Si bien el interiorismo de Ramón Esteve busca
que la ropa sea la protagonista, el recorrido por el local atrapa al
cliente en un juego de formas, sombras y reflejos que convierten el
acto de comprar en una experiencia visual.
Fiel al espíritu de Chapeau, que ha hecho de la excelencia la clave de su éxito
en sus 25 años de vida, y siguiendo también la máxima de sus
propietarios, Pilar Puchades y José Tamarit, de que las tiendas
“tienen que renovarse no solo en el producto sino también en los espacios”, el
arquitecto valenciano ha creado varios escenarios y un juego de espejos
y formas geométricas que confieren al local un ambiente vanguardista y
sofisticado.
La experiencia empieza en el exterior, donde una gran marquesina de acero negro
iluminada por rasgaduras enmarca la fachada acristalada. El escaparate deja a la
vista la totalidad de la tienda y, si bien la tienda unifica en un mismo espacio
las líneas de hombre y mujer, ofrece accesos independientes para unos y
otros.
Esto se debe a que en el interior, Esteve ha dividido longitudinalmente
los 800m2 de superficie mediante una línea de probadores que deja las
firmas de mujer en la parte derecha del local y las de hombre, en la parte
izquierda.
Una vez cruzada la puerta, empieza la secuencia de escenas. El arquitecto ha
optado por una progresión espacial para organizar la tienda en áreas que
remarquen la identidad de las distintas colecciones expuestas. El
primer escenario está justo en los accesos al interior. Grandes pantallas LED
proyectan composiciones de videoarte producidas por
Javier Santaella para Chapeau.
A medida que avanzamos, largas piezas emergen de los muros. A continuación
encontramos los mostradores de piedra, que funcionan como espacio unisex. La
unión, sin embargo, se rompe en la zona de probadores, si bien el fondo del
local vuelve a unir todo el espacio. El fondo, además, se convierte en una parte
muy importante del interiorismo al estar culminado por un gran
lucernario sobre un muro de vidrio negro.
El lenguaje del espacio está basado en la geometría y materializado en
el vidrio, los espejos, la piedra y el metal. Por su parte, los colores
blancos, grises y negros en combinación con los espejos y la luz natural que
entra por el lucernario crean un juego de sombras, luces y reflejos.
Por otra parte, la geometría se representa mediante tres categorías:
prismas, planos y líneas. Los prismas se encuentran en los
grandes cuerpos: las cajas de espejos reflectantes que conforman los
probadores, los volúmenes de luz blanca del perímetro, o las grandes
cajas verticales de espejo negro en la zona de mayor altura del local.
Los planos se sitúan en el techo y en el lucernario. Una sucesión de
planos inclinados sigue la trayectoria longitudinal, albergando
las instalaciones sin perder altura. Al final del recorrido se
transforman en hojas de vidrio sesgadas que cierran el lucernario en el
plano horizontal.
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