jueves, 14 de marzo de 2013

Chapeau, una tienda multimarca con un juego de formas, sombras y reflejos

La nueva tienda en Valencia de la firma multimarca Chapeau es un escaparate de moda pero también de diseño. Si bien el interiorismo de Ramón Esteve busca que la ropa sea la protagonista, el recorrido por el local atrapa al cliente en un juego de formas, sombras y reflejos que convierten el acto de comprar en una experiencia visual.

Fiel al espíritu de Chapeau, que ha hecho de la excelencia la clave de su éxito en sus 25 años de vida, y siguiendo también la máxima de sus propietarios, Pilar Puchades y José Tamarit, de que las tiendas “tienen que renovarse no solo en el producto sino también en los espacios”, el arquitecto valenciano ha creado varios escenarios y un juego de espejos y formas geométricas que confieren al local un ambiente vanguardista y sofisticado.
La experiencia empieza en el exterior, donde una gran marquesina de acero negro iluminada por rasgaduras enmarca la fachada acristalada. El escaparate deja a la vista la totalidad de la tienda y, si bien la tienda unifica en un mismo espacio las líneas de hombre y mujer, ofrece accesos independientes para unos y otros.

Esto se debe a que en el interior, Esteve ha dividido longitudinalmente los 800m2 de superficie mediante una línea de probadores que deja las firmas de mujer en la parte derecha del local y las de hombre, en la parte izquierda.
Una vez cruzada la puerta, empieza la secuencia de escenas. El arquitecto ha optado por una progresión espacial para organizar la tienda en áreas que remarquen la identidad de las distintas colecciones expuestas. El primer escenario está justo en los accesos al interior. Grandes pantallas LED proyectan composiciones de videoarte producidas por Javier Santaella para Chapeau.

A medida que avanzamos, largas piezas emergen de los muros. A continuación encontramos los mostradores de piedra, que funcionan como espacio unisex. La unión, sin embargo, se rompe en la zona de probadores, si bien el fondo del local vuelve a unir todo el espacio. El fondo, además, se convierte en una parte muy importante del interiorismo al estar culminado por un gran lucernario sobre un muro de vidrio negro.
El lenguaje del espacio está basado en la geometría y materializado en el vidrio, los espejos, la piedra y el metal. Por su parte, los colores blancos, grises y negros en combinación con los espejos y la luz natural que entra por el lucernario crean un juego de sombras, luces y reflejos.

Por otra parte, la geometría se representa mediante tres categorías: prismas, planos y líneas. Los prismas se encuentran en los grandes cuerpos: las cajas de espejos reflectantes que conforman los probadores, los volúmenes de luz blanca del perímetro, o las grandes cajas verticales de espejo negro en la zona de mayor altura del local.
Los planos se sitúan en el techo y en el lucernario. Una sucesión de planos inclinados sigue la trayectoria longitudinal, albergando las instalaciones sin perder altura. Al final del recorrido se transforman en hojas de vidrio sesgadas que cierran el lucernario en el plano horizontal.

Por último, las líneas, que se materializan en los colgadores y mobiliario, y en las rasgaduras que invaden todo el espacio, rompiendo planos y generando aristas.




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