La idea va más allá incluso al querer desplazarse en el tiempo. El estudio
encargado del proyecto, se ha inspirado en las boticas de
antaño para exponer los productos de esta firma australiana dedicada al
cuidado del cabello y el cuerpo. Si antaño, botes y tubos se apilaban
desordenadamente en viejos estantes, ahora lo hacen en cajas de cartón
apiladas en forma de una original estantería que ocupa toda la pared.
Y ya está, porque el resto del mobiliario es un mostrador con dos pilas
empotrado en la estantería y una mesa enfrente que puede moverse de sitio. No
hace falta más, opina el fundador de la marca, el cual se define a sí
mismo como un “creativo provocador” y suele dar carta blanca a los
diseñadores que contrata.
En este caso tampoco se podía hacer mucho más. Las reducidas dimensiones del
local obligaban a limitar la estantería a una sola pared y a dejar el
resto limpio de elementos para no saturar el espacio. Las cajas, por su
parte, se adaptan a las dimensiones del producto y al modo de
presentación que se sigue en todos los establecimientos de la marca; la
única característica que comparten, por cierto, pues no hay dos tiendas de Aesop
iguales.
La pared de enfrente y el techo están recubierto de corcho, un material que
contrarresta la textura del cartón y sirve de aislante, amén de
ser uno de los materiales preferidos de este antiguo peluquero. “Tiene un alto
impacto visual y es bien recibido”, ha dicho Paphitis, quien también quiso
recurrir a este material en su establecimiento de Zurich.
Por otra parte, un suelo de masonite resuelve la transición del
cartón al corcho.
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