Hace un par de semanas, tuve el placer de poder visitar la nueva flagship store de Cartier (Grupo Richmond) en Passeig de Gràcia 82, en el antiguo local de la firma Louis Vuitton.
Situada en un edificio de mármol y vidrio moderno,
que data de los años 2000, la marca ocupa una planta baja de casi 450
metros cuadrados a lo largo de una sucesión de tres majestuosas vitrinas
verticales enmarcadas en mármol de portor negro.
El interior se divide por
secciones de ambiente cálido y acogedor, claramente
diferenciadas; relojería, alta relojería, joyería, alta joyería, marroquinería
y accesorios. Además cuenta con un espacio privado que se puede aislar
visualmente mediante una puerta corredera, donde se atenderá a los clientes más
celosos de su intimidad.
Los materiales nobles
utilizados para su interiorismo son roble claro para las paredes y pieles
marrones con pespuntes albarderos para las mesas y las consolas. Predominan los
tonos marrón tostado, beiges y cremas. Una
atmósfera íntima realizada por el arquitecto Ferran Tortosa según un concepto
imaginado por Bruno Moinard en París y con
un guiño a la ciudad, justo en la entrada, las losas llevan dibujadas en negro
las rosas que se encuentran en el pavimento de la ciudad.
Me sorprendió gratamente
la idea de descomponer la típica lámpara de araña de cristal, realizando esta
composición tan original, que podemos apreciar en dos espacios de la tienda.
Preciosa
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